Periodistas vs bloggers. El eterno dilema al que no sólo se enfrentan los profesionales de la Comunicación, sino también las agencias y las marcas, que deben decidir hacia dónde dirigen sus esfuerzos para lograr un mejor posicionamiento de sus productos en un mercado cada vez más competitivo, donde el número de seguidores en Twitter puede influir más que el prestigio de un redactor de una revista especializada.
(Macro trend que llegara a tendencia en 2015)
TODO VALE, denim rompe límite entre estilos
UNA NUEVA FORMA DE VESTIR TIÑE EL ESTILISMO
La influencia de los blogs de street style, en especial la de The Sartorialist, de otros muy visitados como el de Tommy Ton y de egoblogs, como Style Bubble, The Cherry Blossom Girl, y en España, Am-lul, por citar algunos, ha sido clave en toda esta tendencia de lo desconcertante elevado a la categoría de moda. Dior ha sido la última marca de lujo en subirse a la tendencia al fichar a bloggeras que hacen suya la máxima de la “libre expresión es la única regla que respeto” como protagonistas de una de sus campañas (Fall 2012/13). El resultado, fotos de los vestidos más elegantes de la casa mezclados con Nike o Dr. Martens (si Monsieur Dior levantara la cabeza).
Mila Kunis (Fall 2012 Dior)
Cuando Scott Schumann fundo su blog, The Sartorialist, en 2008, decía que buscaba plasmar con su camara gente normal de la calle que desde su punto de vista tuviera estilo. Precisamente en su primer libro (acaba de publicar el segundo) explicaba lo que para él significa este concepto: “tendemos a pensar que para tener estilo personal hay que tener claro quién es uno, pero no comparto ese punto de vista. Creo que ese conflicto personal en torno a “quién eres” es precisamente lo que consigue los mejores looks. Es la razón que explica porque la gente más joven, y la que lo es de espíritu, es la que inspira o hace avanzar la moda.”
Franco Moschino desde su gran sentido comercial, solía decir: “si no puedes ser elegante, al menos sé extravagante”. Una forma de admitir que esto del estilo en el fondo es un don, y que quien no lo tiene hace bien en jugar al exceso; era una forma inteligente también de vender sus “excesivos” diseños. Pero es cierto que hay un componente de subjetividad importante en esto del estilo, al fin y al cabo ¿cuál es la frontera entre el buen y el mal gusto? o mejor, ¿todo el público es capaz de diferenciarla? Esta tendencia comercial liderada por Lanvin, Loewe, Chanel, y Dior, con sus vídeos y fotos controvertidas, no hace más que tratar de acabar con esta eterna pregunta proclamando a los cuatro vientos que el mal gusto no existe, porque todo vale. ¿ Por qué no va a bailar el reggaeton una mujer enfundada en un Lanvin?, ¿porqué una punkie no iba a vestir un traje típicamente Chanel?, ¿ porqué tampoco un hombre va a poder lucir la chaqueta más icónica de la gran Coco?, o ¿porqué la portadora de un piercing en la nariz y pelo rapado no va a poder guardar sus cosas en un clásico Amazon de Loewe?, ¿qué mentalidad tan “carca” se sorprende con estas posibilidades “tan reales”?
El resultado es que esas posibilidades publicitarias, sí se están convirtiendo en reales de verdad. A través de todos estos blogs y de las campañas publicitarias de las marcas de moda, retroalimentandose los unos con los otros, se está imponiendo la necesidad, es decir LA MODA, de trasladar a través de lo que uno lleva puesto, un cierto espíritu transgresor, para que a nadie le encasillen en lo tradicional.
Pero ¿cuándo no ha sido la moda transgresora?
Los trend makers de la historia han sido gente con un punto de atrevimiento a quienes no les importaba romper moldes. Su nivel de influencia extendió después la estética a más público. Estos creadores de tendencias pertenecían antes a la aristocracia o a la alta burguesía, y cambiaban su look cuando detectaban que los más humildes se estaban empezando a parecer a ellos. Ese era el momento de diferenciarse de nuevo atreviéndose con cosas nuevas. Pero lo de la aristocracia liderando la moda pasó a la historia y ahora es otro tipo de perfil la que la marca: gente que sencillamente no quiere parecerse a la estética de lo más tradicional y de lo esperado. Que el look sea bonito o feo no importa. “Un Dior con Nike, ¿feo? ¡Qué más da. Eso, es otra historia!”.
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