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11 abril, 2012

Del corsé al tanga




De la alta costura al prêt-à-porter; del almidón de las enaguas a Zara, la marca española que ha conquistado el planeta. Laura Manzanera ha editado el libro Del corsé al tanga, un recorrido por los 100 años de historia de España y de los españoles bajo el prisma del vestir. Arranca en tiempos de Alfonso XIII, cuando la moda era solo cosa de ricos y llega hasta el momento actual, en que la moda se globaliza con el nuevo milenio hasta ser virtual y efímera. En el libro, la periodista se cuestiona temas como el complejo de inferioridad de la moda del país o las grandes aportaciones de los creadores patrios. Un viaje en el tiempo y un espejo para descubrir, entre otras cosas, cómo hemos cambiado por fuera y por dentro.

-¿La moda tiene algún limite? Si las mujeres y hombres que vivieron hace 100 años descubrieran que vamos a hablar de tangas se nos desmayan…
-Es imposible vaticinar qué pasará. La moda se adapta a los tiempos para sobrevivir; lo ha hecho siempre y lo seguirá haciendo, no creo que llegue a desaparecer nunca. La moda de hoy es un reflejo de la sociedad actual, muy virtual y acelerada, pero es imposible saber lo que pasará dentro de 50 años.

-¿Tampoco saber si el erotismo del tanga irá a más?
-El tanga es una prenda sensual y erótica, pero hay otras prendas eróticas que tapan mucho más que un tanga, que es la mínima expresión de la ropa. Es posible que vaya a más, pero dependerá de la época. Hay mucha gente a la que le encanta los picardías y es una prenda que tapa mucho más que un tanga. (Sonríe).

-El debate está en la calle. No es como el de la reforma laboral, por suerte, pero el tanga tiene igual número de admiradores y detractores.
-Sí. Hay mujeres, y también hombres, a las que no les acaba de gustar. Gran parte del erotismo se basa en intuir las cosas. En este sentido, el tanga deja muy poco espacio para la intuición.

-Hay una máxima que dice “dime qué llevas puesto y te diré qué piensas”. ¿Es vigente todavía hoy?
-Quizás menos que antes. En España hubo la época de apertura a finales de los años 70 con la libertad política y sí que la gente vestía según su manera de pensar. Ahora sigue vigente pero está todo mucho más mezclado. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, salió un día vestida con un palestino, algo que creó mucha polémica. Se decía que era una prenda que no iba acorde con su ideología de derechas.

-Hay prendas que son mucho más que ropa…
-Sí, hay prendas que nacen ya con un significado político o como una identidad cultural, pero la industria acaba atrapándolas y las vende como algo estético.

-¿Se ha democratizado por fin la moda?
-Sí. Empezó a democratizare en los años 60, siguió en los años 70 y así progresivamente. Hoy en día, evidentemente, lo está, pero hay todavía aspectos de moda que no son tan democráticos ni tan bonitos como los pintan.

-Por ejemplo…
-Ahora la democracia es que hay ropa accesible para prácticamente todo el mundo, con cadenas de ropa barata que conoce todo el mundo. Pero, por otra parte, las marcas siguen imponiendo sus criterios. La gente se sigue identificando con las marcas, así que hay democratización, pero a nivel de publicidad es otro tema.

-¿Ir a la moda siempre ha estado de moda?
-En Catalunya y en España empieza a estar de moda en los años 80. Antes se había democratizado pero no estaba de moda.

-Asegura en el libro que la máxima “Spain is different” también se puede llevar al terreno de la moda. ¿Desde cuándo?
-Somos distintos por muchas razones; hay una de peso, que son los 40 años de franquismo que supusieron cerrarse a todo lo que venía de fuera para crear una moda propia, represiva y patriota. Después, hay otros factores como que la industria llegó tarde, que los diferentes procesos que van de la creación a la distribución no estaban atados, y también la idiosincrasia española de no creernos lo que somos capaces de hacer, ni de saber vendernos. La diferencia con los ingleses o los italianos es que ellos son vendedores natos.

-Teníamos complejo de inferioridad.
-Sí, y pienso que todavía lo arrastramos. Lo que pasa es que los tiempos cambian, y hay firmas pioneras en nuestro país que hacen bien su trabajo. Aún así, pienso que sigue primando este carácter.

-¿Cuáles diría que han sido las grandes aportaciones que ha hecho la moda nacional?
-Balenciaga fue un crack en su momento porque fue capaz de ser moderno y recrear toda la tradición española de una manera absolutamente genial y creativa. Hacía cosas alucinantes y, por otra parte, también elaboró vestidos que liberaban mucho a la mujer. Otra aportación que destacaría sería la de Zara: Ha conquistado el mundo. Con la marca empezó, no solo una manera de hacer ropa asequible-que también-sino de vender la ropa desde las propias tiendas, una revolución que vino de Estados Unidos, pero también de Cuba.

-¿En qué momento dataría usted la liberación de la mujer a nivel de prendas de vestir?
-Si hablamos de las mujeres en general y no de unas pocas privilegiadas, fue justo antes de que la que moda se pusiera de moda, a finales de los años 70. También con la incorporación de los grandes almacenes, que ayudaron a crear una moda propia, con precios competitivos con los que plantaban cara a las firmas de alta costura. Se hicieron campañas brillantes, comercialmente hablando, que ayudaron a que mucha gente adquiriera cosas que hasta ese momento no tenía al alcance.

-Con esa época superada, ahora existen dos grandes contratiempos para la mujer. Uno de índole machista. ¿La opinión proteccionista de determinados hombres sigue siendo opresora para algunas mujeres?
-Es posible, pero no se puede comparar con épocas pasadas, y depende mucho del ambiente. También creo que hay hombres a los que no les gusta llevar traje y corbata, y que por una cuestión laboral o social tienen que hacerlo. Quizás por un lastre histórico, a la mujer se le sigue exigiendo que esté muy mona, actual y perfecta en muchos momentos, más que a los hombres. Aún así, esto está cambiando mucho.

-El otro problema son las tallas, que tampoco es algo nuevo. ¿Cómo podemos poner freno a esta problemática de índole social?
-No lo sé. Supongo que habría que hacer más campañas informativas y boicots al respecto, porque la dictadura de las tallas es brutal. Está claro que, con el prêt-à-porter, el cuerpo se ha tenido que “adaptar” a las tallas, pero tiene que existir más variedad de tallas. Lo que no puede ser es que vayas a una tienda y que la talla 36 sea pequeñísima.

-Esta dictadura de las tallas a la que usted hace referencia, ¿ha aumentado los casos de anorexia entre las más jóvenes?
-Es complicado asociar estos dos conceptos. Lo que está claro es que no ayuda nada, y no solo en lo que se ve en los aparadores, también en las pasarelas.

-Muchas modelos o diseñadores no dan precisamente buen ejemplo…
-Absolutamente. Esto puede empezar a cambiar gracias a que la moda está cada vez más en la calle o en internet, y no tanto en las pasarelas. Se ha normalizado y ya no está tan destinada a las celebrities.

-¿Es un problema mundial, o España está especialmente afectada?
-Es un problema mundial, de todo el mal llamado primer mundo, y ahora ya ha traspasado la frontera de estos países. La moda es cada vez más global y ahora puedes ver los mismos escaparates aquí que en Singapur.

-¿El hombre se ha interesado siempre por la moda, o va rezagado?
-Tradicionalmente, el hombre era el que tenía que vestir serio porque tenía que ir a trabajar y los trajes no podían llevar muchas florituras y tenían que ser cómodos y prácticos. Esta dicotomía con la mujer ha cambiado mucho en las últimas décadas, lo que pasa es que sí es cierto que hay una desigualdad de sexos bastante grande. Antes al hombre no le importaba tanto ir a la moda como sí pasa ahora. Empezó a cambiar especialmente a partir de la década de los 90 porque la industria acompañaba y el mercado le dio tiendas y revistas especializadas.

-¿Francia e Inglaterra siguen siendo el punto de mira de la moda femenina y masculina?
-Sí. La moda femenina siempre ha estado muy guiada por París, a excepción de alguna época concreta. Y la moda de hombre siempre ha tendido a mirar hacia Londres.

-La moda es cíclica. ¿Qué prendas hemos rescatado recientemente del pasado?
-Si hablamos de moda femenina, podríamos señalar las botas. Hubo muchos años que eran muy difíciles de encontrar, y ahora hay hasta en la sopa y las llevan niñas o mujeres mayores. Todo vuelve, pero de forma diferente. Es como las hombreras, por ejemplo; se llevaron en los años 80 y ahora han vuelto, pero no son exactamente iguales. En las últimas pasarelas también se ha visto corsés y tampoco tienen nada que ver con los corsés de principios de siglo, ni en los materiales utilizados, ni en las formas. Hemos visto a Angelina Jolie y otras actrices llevarlo en alguna película.

-¿Hay algún referente actual en el cine o en la música que cree tendencia?
-En el cine no podríamos hablar de una sola actriz o actor, está todo mucho más generalizado. En el caso de la música, está Lady Gaga, que es una artista que crea moda ella sola y que tiene un equipo para ella destinado a crear esta marca Gaga.

-¿La moda debe tener como objetivo provocar?
-Hoy en día supongo que tiene que provocar para vender. Habrá gente que siga a Lady Gaga por su música, y gente que lo hace por ella y por su estética.

-La pasarela Gaudí fue eliminada en 2007 y la Cibeles ha acabado reconvertida. ¿Es esencial dar impulso a eventos como estos para que España recupere su autoestima?
-No estoy segura de que para que la moda española se venda mejor en el extranjero haya que potenciar las pasarelas. Las pasarelas no son el futuro, las tendencias pasan por la moda virtual.

-¿La moda virtual?
-Sí, la moda en internet. Cada vez hay más gente que tiene blogs o páginas personalizadas sobre moda y que comparte sus gustos en la red. Los famosos cazadores de tendencias que iban por todas las ciudades del mundo buscando ropa de calle para llevarla a la industria y lograr una parte suculenta del pastel están desapareciendo o se están desplazando a internet; a medio plazo, serán los portavoces de la moda del siglo XXI.

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